Yolanda Vaccaro: El Islam en Europa. La prohibición de construir minaretes en Suiza reaviva el debate

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EL ISLAM EN EUROPA

La construcción de un choque
Por: Yolanda Vaccaro

MADRID. El domingo pasado un 57,5% de votantes suizos decidieron en referéndum que no se construyan en su país más minaretes, las torres que se edifican junto a las mezquitas para llamar a oración. La población suiza respondía así al llamado realizado por el ultraderechista Partido Popular Suizo, que obtuvo un 29% en las últimas elecciones generales. La medida no afecta a los cuatro minaretes que ya existen en Suiza, pero el resultado del referéndum ha puesto nuevamente en primer plano las dificultades y los recelos que despierta la creciente inmigración musulmana en Europa.

Se puede ignorar que el tema existe o encararlo de lleno, sin complejos. Porque todo indica que el de la presencia musulmana en Europa será un asunto cada vez con mayor relieve en un continente que, según analistas como el historiador Bernard Lewis, tendrá una mayoría de población musulmana a finales de siglo por la inmigración y, sobre todo, por la alta natalidad en la comunidad musulmana.

No hay que olvidar que la tasa de natalidad de los musulmanes en Europa es tres veces mayor que la de las familias no musulmanas, algo que hace dos años motivó una grandilocuente declaración del presidente libio, Muhammar Gaddafi, asegurando que Europa será “transformada en pocos decenios en un continente musulmán. Estamos aquí para predecir la victoria de Alá en Europa sin necesidad de la espada o el fusil”.

INTEGRACIÓN RELIGIOSA
“El rechazo al islam y la inmigración árabe-musulmana toma en Europa diversas características, en función de los intereses particulares de cada nación. Los franceses hablan del velo en las escuelas, los holandeses se centran en la intolerancia musulmana hacia los homosexuales y en Suiza son los minaretes. España tampoco es ajena al conflicto puesto que el Partido Popular trata a los musulmanes como elementos exógenos e inaceptables. No olvidemos que el papa Benedicto XVI recuerda constantemente las raíces latinas y griegas de Europa, olvidando el importante aporte islámico”.

Esta ha sido la reacción ante el resultado del referéndum por parte de Tariq Ramadán, estudioso del Islam, ciudadano de origen egipcio y nacionalidad suiza, en declaraciones a Swissinfo.

Mansur Escudero, presidente de Junta Islámica Española, en entrevista con el diario “El País”, cree que se trata de “una mala noticia y un asunto muy grave no tanto para el islam como para la democracia en Europa y en general para las libertades públicas y democráticas”.

Para Fernando Reinares, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Juan Carlos, lo sucedido en Suiza “ilustra el problema de la identidad colectiva en las sociedades multiculturales y es reflejo de la preocupación en esas sociedades por el acomodo del islam a los valores y procedimientos democráticos en la medida en que los sectores salafistas (radicales) van ganando terreno. Esta inquietud genera hostilidad al extranjero y en este caso islamofobia, lo que debe hacernos reflexionar sobre si está funcionando o no la integración social de los musulmanes”.

DISCUTIDA LEGISLACIÓN
El tema de los minaretes trasciende la anécdota. Y revive desencuentros entre la llamada Europa no musulmana y sus integrantes musulmanes.

Así se recuerda lo vivido en 2005 cuando buena parte del mundo musulmán puso el grito en el cielo porque una revista danesa publicó unas caricaturas sobre Mahoma. En el 2004 el cineata holandés Theo Van Gogh, que había criticado abiertamente a la religión islámica, fue asesinado por un holandés de origen marroquí.

En el plano legal la controversia parece que no ha hecho más que empezar. Mientras en Suiza no habrá más minaretes —por más que el Gobierno Suizo haya manifestado su pesar y sorpresa por el resultado del mencionado referéndum—, en países como Francia aún no se han apagado las protestas por la Ley de Laicidad. Promulgada en el 2004, se le conoce como “Ley del Velo” porque, precisamente, lo que más trascendió de ella es que prohíbe que las niñas vayan al colegio con el velo islámico (hiyab).

La Ley es mucho más amplia ya que, en consonancia con la definición de la naturaleza laica del Estado Francés, prohíbe particularmente en las escuelas cualquier manifestación de símbolos religiosos, incluidos los de los católicos. Pero los musulmanes fueron los que se sintieron atacados, al punto de que en Iraq dos periodistas galos fueron secuestrados por radicales islamistas. Luego fueron liberados pero el debate sobre la Ley del Velo continúa.

El presidente Nicolas Sarkozy ha apoyado la ley en repetidas ocasiones y ha señalado que el burka, otro distintivo de algunos países islámicos, es un signo de “servidumbre” contrario a “la idea de la República Francesa sobre la dignidad de la mujer”.

Hay otras costumbres propias de algunos países musulmanes que plantean polémica en el marco de la inserción de muchos musulmanes en Europa. Una de ellas es el de la poligamia que se practica en ciertas regiones del mundo islámico. En Holanda se estudia prohibir la entrada a personas casadas con más de una mujer e incluso arrestar a quien practique la poligamia. Desde sectores musulmanes se responde reivindicando que se trata de una cuestión “cultural” que debe ser respetada por la Europa de las libertades.

La integración de los cada vez más numerosos musulmanes en Europa será clave para saber si Samuel Huntington tiene razón cuando habla del choque de civilizaciones o si, por el contrario, se tiende más bien a apostar por la Alianza de Civilizaciones promovida por el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero.

EN PUNTOS
Influencia y extrema susceptibilidad
Actualmente viven en Europa más de 20 millones de musulmanes, el 5% del total de la población. En Francia viven 5,5 millones de musulmanes, el 8% de la población.

Ámsterdam será en breve la primera ciudad europea con mayoría musulmana ya que la cuarta parte de su población profesa esta religión. En Marsella el porcentaje es de un 20% y en Bruselas llega al 17%.

El 12 de setiembre de 2006 una cita sobre la religión islámica de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona (Alemania), motivó una gran polémica. Fue criticado con ardor y el Papa lamentó que sus declaraciones resultaran hirientes.

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