Yolanda Vaccaro en Safe Democracy: Escáncalo de espionaje entre Perú y Chile

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Perú y Chile viven un nuevo capítulo de tensión

Un escándalo de espionaje sacude las relaciones entre Perú y Chile. La crisis pone nuevamente sobre el tapete que las relaciones entre ambos países no quedaron totalmente normalizadas tras la Guerra del Pacífico (1879- 1884). Una verdadera reconciliación resulta imprescindible.

Por Yolanda Vaccaro Alexander, 25 de Noviembre de 2009

El pasado 30 de octubre las fuerzas de seguridad peruanas detuvieron en un restaurante limeño al suboficial peruano Víctor Ariza. Está acusado de espiar desde 2002 a la Fuerza Aérea Peruana (FAP) -cuerpo del que es miembro – y pasar la información al Gobierno Chileno. Cuando el caso se conoció los presidentes peruano, Alan García, y chilena, Michelle Bachelet, participaban en la última Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en Singapur. García manifestó su incomodidad con el suceso y abandonó antes de lo previsto la cita internacional.

Bachelet mostró sorpresa, asegurando, según el Gobierno Peruano, que ella desconocía cualquier trama de espionaje.
El caso no había hecho más que comenzar pues desde entonces peruanos y chilenos se van enterando de detalles, algunos aparentemente trascendentes y otros más bien anecdóticos pero llamativos, de lo que al parecer sería una red de espionaje. De momento Ariza ha confesado el delito, está en la cárcel y se enfrenta a una condena por traición a la patria.

La reacción del Gobierno Peruano, que plantea ha pedido explicaciones de forma contundente, es considerada en Chile como exagerada e incluso hiriente. García ha señalado que considera que estos “actos repulsivos” no corresponden al pueblo chileno sino a “algunos sectores vinculados al pinochetismo” en las fuerzas armadas de ese país. Y ha aseverado que “en ningún momento” ha dicho que la presidenta Bachelet sea responsable del tema “pero”, ha dicho, “tenemos el derecho pleno de exigir explicaciones, que se destierre de Sudamérica el espionaje y la carrera armamentista”. El presidente peruano ha aludido, asimismo, a otros casos de presunto espionaje por parte de Chile descubiertos en Perú en 1979 y 2003. Lo que se ha difundido con mayor amplitud es que el presidente peruano ha acusado a Chile de ser una “republiqueta” que vive “envidiosa” del actual desarrollo económico chileno.

La disputa marítima

El asunto del espionaje es probablemente el más llamativo, periodísticamente hablando, pero no es el único ni, tal vez, el de mayor trascendencia. Porque en enero pasado el Gobierno Peruano presentó ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya una demanda para que se reconozca la postura peruana respecto del límite marítimo peruano-chileno. Perú reclama un área marítima cercana a los 100.000 km2 en el Océano Pacífico, actualmente bajo dominio chileno. Lima sostiene que la frontera marítima debe estar marcada por una línea imaginaria equidistante que divida en partes iguales el ángulo que forman las costas peruana y chilena. Pero Chile defiende la línea horizontal perpendicular a sus costas, tal como está establecido por acuerdos de 1952 y 1954, a los que considera definitivos. Para Perú, en cambio, esos acuerdos regulan la pesca más no constituyen un tratado limítrofe. Lógicamente mientras se espera el fallo de La Haya las relaciones bilaterales no hacen más que espesarse.

Reacciones nacionales

Desde Chile se ha indicado se que investigará el caso del espionaje. Medios de comunicación chilenos como la prestigiosa revista Qué Pasa han difundido que puede haber algo de cierto en la denuncia.

Como telón de fondo las elecciones presidenciales chilenas de este diciembre no parecen el marco más adecuado para delimitar responsabilidades sobre la presunta trama de espionaje. La presidenta Bachelet –que dejará su mandato con una popularidad récord de un 80% de aprobación por parte de sus conciudadanos- ha recibido el apoyo en este tema por parte de toda la oposición.

También en Perú todas las fuerzas políticas han cerrado filas con Alan García empezando por el Partido Nacionalista de Ollanta Humala que, dicho sea de paso, tiene fijación con Chile como chivo expiatorio de los males peruanos. Reacciones que no por esperadas resultan menos determinantes.

130 años de tensión

El caso es que el tema del espionaje ha añadido leña al fuego que caldea las relaciones peruano-chilenas desde hace 130 años. La Guerra del Pacífico se saldó con la pérdida de Perú a favor de Chile de las provincias de Iquique y Arica mientras que Bolivia perdió la salida al mar ya que el puerto de Antofagasta, asimismo, pasó a manos chilenas.
Peruanos y bolivianos han mantenido a lo largo de estos años una permanente reivindicación histórica sobre los territorios perdidos. Las relaciones entre Bolivia y Chile han sido tan complejas que, en 1976, se rompieron las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Pero en los últimos años las relaciones peruano-chilenas son las que más polvareda levantan habida cuenta de que Bolivia y Chile mantienen desde 2006 negociaciones analizando la posibilidad de que Bolivia logre una salida al mar. De hecho el contencioso presentado por Perú en La Haya motivó una declaración de preocupación por parte del presidente boliviano, Evo Morales: “No quisiera pensar que esta demanda que se presenta ante la Corte Internacional de La Haya sobre el límite marítimo entre Perú y Chile sea para afectar y retrasar una de las posibles soluciones a nuestro pedido histórico, que es el acceso soberano al mar”. Curiosamente, pues, hay indicios de que Bolivia podría inclinarse en algunos aspectos por apoyar a Chile frente a Perú. Allí está, por ejemplo, la curiosa intervención en el conflicto del espionaje por parte del Gobierno Boliviano expresada por su vicecanciller, Hugo Fernández: “Todos los Estados en todos los tiempos han espiado a los otros. Hay que tener en cuenta que se trata de una actitud normal de los Estados, lo que pasa es que no hay que dejarse pescar”.

La necesaria reconciliación

Un diario español, con motivo del escándalo del espionaje, señalaba recientemente que las relaciones entre Perú y Chile son dignas del diván, del psicoanálisis. No es para menos si se considera que Perú es el tercer destino de la inversión chilena. Desde 1999 empresas chilenas han invertido en Perú por un importe que ya supera los 6.000 millones de dólares. Las relaciones económicas y comerciales son de primer nivel y benefician a ambos países en una lógica que se denomina de “cuerdas separadas”, en alusión a los ámbitos político y económico.

¿Cómo hacer para que estas cuerdas no se rompan? Más aún ¿cómo hacer para alejar de una vez por todas el fantasma de la desconfianza y hacer que la cuerda sea sólo una, la positiva? Ese es el dilema que enfrentan los gobiernos Peruano y Chileno. Un dilema que deberían ser capaces de enfrentar y superar mediante una verdadera reconciliación por el bien de sus propios pueblos, los verdaderos perjudicados en cualquier tipo de conflicto.

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