Yolanda Vaccaro: La polémica por la prohibición de las corridas de toros

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ESPECIAL. ¿TRADICIÓN O CRUELDAD?
Contra los toros y por la secesión

Por: Yolanda Vaccaro Corresponsal
Domingo 1 de Agosto del 2010
MADRID. La plataforma ¡Basta! reunió 180.000 firmas de ciudadanos, 130.000 más que las necesarias, para llevar al Parlamento Catalán una Iniciativa Legal Popular que proponía la prohibición de las corridas de toros. También llegaron más de 140.000 firmas desde todo el mundo. Armados de un lúcido discurso contra la tortura y el maltrato contra los animales, los antitaurinos triunfaron.

Pero hay algo que eclipsa en parte el panorama. La oposición al maltrato animal es uno de los fundamentos del debate, pero no es el único ni, probablemente, el más importante al menos para la mayoría de los legisladores catalanes. La lidia continúa en otras plazas. Vayamos por partes.

CONTRA EL MALTRATO ANIMAL
Durante seis meses pasaron por el Parlamento catalán expertos que diseccionaron el sufrimiento de los toros de lidia. En muchos momentos fue difícil contener las lágrimas ante relatos que estremecieron. Ruth Toledano, en el diario “El País”, resume lo expuesto por el científico Jorge Wagensberg. El toro —cita— “recibe puyas que son lanzas que le destrozan músculos en la espalda y en el cuello, que le rompen vasos sanguíneos y nervios, que le abren agujeros por donde luego podrán hundirse las banderillas, que son unos palos terminados en arpones de acero. Todo ello antes de ser atravesado por una espada de 80 centímetros que quiere llegarle al corazón, pero que no suele hacerlo a la primera, sino que le atraviesa los pulmones, la pleura, a veces el hígado, y le rompe la arteria aorta, lo que provoca que aquel pacífico herbívoro se encuentre ahora agonizando entre enormes vómitos de sangre, aunque aún aspire con desesperación a sobrevivir a tanto dolor y olvidar ese martirio. Por eso aún intenta mantenerse en pie y encaminarse a la puerta por la que le hicieron entrar, momento en el que lo apuñalan en la nuca con el descabello, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 centímetros”.

“Corpulento y potente —continúa— todavía vive, aunque ahora sí cae al suelo, humillado, desgarrado, sanguinolento. Entonces lo rematan con la puntilla, un cuchillo-puñal con el que intentan seccionarle la médula espinal a la altura de las vértebras atlas y axis. No es fácil atinar; por eso el matarife remueve el filo del cuchillo por entre el amasijo de carne, músculos y nervios. El toro ya está paralizado. Morirá por asfixia”. La estocada final del relato es aún peor: “Pero, cuando es arrastrado para sacarlo de la arena, sobre la que deja un visible rastro de sangre; después de que, si la faena se considera estética, le hayan cortado una oreja o dos y acaso el rabo, que su verdugo exhibe a los espectadores; cuando ya no queda en él, sin embargo, rastro alguno de esperanza de huida, con la boca entreabierta y la lengua colgando, mutilado, se le ha visto pestañear”. Toledano considera que “torturar así a un animal es una salvajada y hacer de ello un espectáculo, una bajeza espiritual, intelectual y moral”.

Sobre la tradición como argumento para defender las corridas de toros, Toledano señala: “Muchos actos execrables fueron tradiciones muy populares, como las ejecuciones públicas. Lo advirtió el filósofo Josep M. Terricabras: si algo es condenable, no es que sea lícito prohibir, es que es obligatorio”.

“Teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos”, indica Francisco González Ledesma.

Los abanderados del toreo intentan defenderse. Salvador Boix, apoderado del torero José Tomás, dice: “¿Debe un parlamento cerrar y dejar fuera de la ley un negocio privado que contiene una tradición centenaria, ofrece una actividad artística de primer orden y es la gran afición de miles de ciudadanos por el hecho de que en él interviene un animal? Yo creo que no, por una simple cuestión de libertad y de respeto a la minoría que encuentra en los toros su ilusión, palabra mágica en los tristes tiempos que corren”.

TOROS E IDENTIDAD CULTURAL
Boix subraya: “En Cataluña el asunto antitaurino ha sido y es un mero politiqueo con tufo identitario por más capas de maquillaje que le den”.

En línea similar, el periodista Luis María Ansón escribe en el diario “El Mundo”: “El debate a favor o en contra de los toros es lógico que se produzca y nada hay que objetar. Pero lo que ha ocurrido en el Parlamento catalán está, en gran medida, fuera de ese debate”. Explica: “El sector secesionista que zarandea la vida de Cataluña cree que las corridas forman parte de la identidad de España y ha aprovechado la polémica como pretexto para acentuar su aborrecimiento, sin mirar a Francia, a Ecuador, a Perú, a México, a Colombia, a Venezuela y, dentro de nuestra nación, de forma muy especial, al País Vasco y a Navarra, donde los toros están enraizados en la entraña más popular”.

INCOHERENCIA Y SECESIONISMO
Es innegable que las corridas de toros atentan contra la sensibilidad de quienes repudian el maltrato animal. Pero también parece serlo que la motivación principal de la prohibición en Cataluña por parte de los políticos no ha sido la oposición al sufrimiento de los toros. Si no también se hubieran prohibido los “correbous”, encierros en los que a los toros se les ponen sogas alrededor del cuello y bolas de fuego en las astas y a los que se mortifica sin piedad.

Aunque en los “correbous” no se ejecuta al toro, el resultado final no difiere mucho: los toros terminan quemados, ciegos, ahogados y apaleados; muchos se tiran al mar o mueren de ataques al corazón. Pero los “correbous” no se han prohibido porque son una tradición netamente catalana, sobre todo de Tarragona, aunque obviamente emparentada con la tradición taurina de toda España. “Es una tradición taurina que rivaliza en crueldad con las clásicas corridas”, señala en un editorial el diario “El País”.

La incoherencia manifiesta da argumentos a quienes ven en la prohibición de las corridas de toros más que una legítima defensa de los animales un falaz afán de distinguir a Cataluña del resto de España culturalmente, uno de los postulados clásicos de los secesionistas.

El Partido Popular impulsará una ley para revocar la medida catalana. También pedirá que la Unesco declare las corridas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña entrará en vigor en enero del 2012. En realidad solo afecta a una plaza: la Monumental de Barcelona, que es la única activa en la autonomía.

Las principales figuras del toreo se han reunido en Madrid para crear una unión en defensa de los toros tras la decisión del Parlamento regional de Cataluña de prohibir las corridas.

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