Trump y Corea del Norte: la tensión en el punto más álgido

Trump y Corea del Norte: la tensión en el punto más álgido

Artículo en El debate de hoy/

ESCRITO POR YOLANDA VACCARO
Periodista y comunicadora. Corresponsal en Washington. Diario El Comercio de Perú. Investigadora en la Universidad de Georgetown. @yolandavaccaro

“Fuego y furia”. Eso es lo que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha prometido como respuesta en caso de que el régimen de Corea del Norte prosiga con su actual escalada de tensión. Si Pyongyang no rebaja sus amenazas se encontrará “con unos problemas que pocos países han visto nunca”, ha añadido el presidente estadounidense.

El hecho de que Donald Trump haya acostumbrado al mundo con una retórica beligerante para prácticamente todo lo que no sea de su agrado puede hacer pensar que la citada frase no debe encender las alarmas pues se enmarca en su habitual modo de expresarse. No obstante, los hechos indican que estamos frente al punto de tensión más álgido en lo que a Corea del Norte se refiere desde 2010, cuando un torpedo norcoreano hundió una corbeta de Corea del Sur causando 46 muertos. Incluso hay quienes apuntan que el grado actual de calentamiento en este conflicto es mucho peor ya que envuelve directamente a la mayor potencia mundial, incluido el terreno militar, Estados Unidos, en una confrontación con el imprevisible y totalitario régimen del dictador norcoreano, Kim Jong Un.

Guam en el punto de mira

Y es que más allá de la beligerancia verbal, hay dos factores determinantes para una verdadera preocupación que diferencian el escenario actual respecto de anteriores contrapuntos entre Estados Unidos y Corea del Norte.

La primera y más relevante diferencia es que Corea del Norte habría logrado miniaturizar una ojiva nuclear para colocarla en misiles intercontinentales, la noticia que motivó la mencionada respuesta de Trump. Esto significaría que la capacidad militar y nuclear de Corea del Norte es hoy una amenaza mucho mayor que en el pasado ya que la citada capacidad de miniaturización de ojivas permitiría el lanzamiento dirigido de misiles nucleares a una distancia relevante. De hecho, las palabras de Trump sobre “fuego y furia” fueron pronunciadas tras el lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil balístico que superó con creces el alcande de anteriores misiles lanzados por el régimen, y Estados Unidos y Corea del Sur analizan si Pyongyang efectivamente tiene capacidad de lanzar misiles balísticos intercontinentales. La segunda diferencia es que Kim Jong Un ha emitido una amenaza directa contra aguas aledañas a territorio estadounidense, la isla de Guam, enclave militar de Estados Unidos; el Ejército norcoreano ha indicao que podría lanzar cuatro misiles Hwasong-12 que sobrevolarían Japón y que caerían a 40 kilómetros del citado enclave. Sería la primera vez que misiles norcoreanos impacten cerca de territorio estadounidense. Pyongyang incluso ha señalado que tal lanzamiento tendría lugar a finales del presente agosto pues en esas fechas Estados Unidos y Corea del Sur realizarán nuevas maniobras militares conjuntas, ejercicios siempre denostados por Pyongyang.

Asimismo, hoy existe un factor que puede tener efectos tanto positivos como negativos, dependiendo del escenario: el Gobierno de China, el mayor y más eficaz aliado de Corea del Norte, ha anunciado que ahora sí está dispuesto a hacer efectivas las amenazas de sanciones económicas contra Pyongyang si continúa la escalada. Que el factor China opere de manera disuadoria o desencadenante depende del imprevisible carácter demostrado hasta ahora por el dictador norcoreano y del grado de temeridad que esté dispuesto a desplegar ya que anular el apoyo de China significaría que su caída pasaría a ser altamente probable. No obstante no hay que descartar la posibilidad de que la crisis actual tribute de un juego estratégico de Kin Jong Un para hacer gala de poderío militar para continuar en el poder tras rebajar la tensión.

Como complemento nada despreciable existe una diferencia más respecto de crisis anteriores en este terreno: el actual presidente de Estados Unidos utiliza una retórica similar a la de su homólogo asiático, un elemento que más allá de la anécdota puede contribuir a agrietar un escenario ya bastante erosionado. Pero, al igual que ocurre con el tema de China, el factor de la retórica puede tanto caldear el ambiente como hacer ver a Kim Jong Un que el presidente de Estados Unidos es capaz de hablarle en términos semejantes porque también sería capaz de materializar la amenaza. Así lo ha tratado de explicar el Secretario de Estado, Rex Tillerson, quien ha afirmado que este lenguaje es necesario para que Kim Jong Un comprenda, hablándole en términos similares a los que él suele utilizar.

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En cualquier caso el problema de esta retórica, al margen de que pueda resultar grotesca o demasiado prosaica, es que si no hay acción correspondiente en caso de que continúe la escalada norcoreana, puede debilitar la idea de contundencia que irradia Estados Unidos. Una medida de que las palabras de Trump pueden trivializar la imagen estadounidense es que días después de su amenaza de “fuego y furia”, el presidente de Estados Unidos eludió o no pudo responder cuando le preguntaron en qué acciones concretas consistiría su “fuego” y su “furia”. “Ustedes ya verán, ustedes ya verán”, fue su respuesta, una frase demasiado simplista y hueca incluso para Trump.

Si de disuadir se trata no parece que emplear semejante lenguaje sea la táctica más adecuada. Lisa Collins, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, D.C., considera que las amenazas de Trump no responden a una estrategia, no son útiles y, por si fuera poco, contradicen a Tillerson, que ha llamado al diálogo.

La amenaza nuclear y el factor determinante de China

La amenaza de lanzar misiles que impactarían cerca de Guam mantiene en vilo a parte de los estadounidenses si bien el escepticismo parece reinar entre los entendidos en Washington, D.C. Si el escenario se complica no cabe duda de que Estados Unidos supera en potencia militar a cualquier país del mundo. Sin embargo hay un factor que genera incertidumbre y es precisamente la conciencia de que Pyongyang posee armas nucleares. Ante este hecho resultaría incalculable el nivel de daños que podrían generarse por ambos lados. Estados Unidos cuenta con capacidad de respuesta y, sobre todo, con misiles balísticos y antibalísticos intercontinentales para defender su territorio continental por lo que es evidente que los más afectados en un escenario verdaderamente bélico serían los países vecinos y rivales del régimen norcoreano, empezando por Corea del Sur y Japón, a la espera de que se compruebe la capacidad intercontinental de los misiles balísticos norcoreanos.

En un contexto semejante todo indica que solo China, uno de los cinco países reconocidos como potencias nucleares por Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial (junto a Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Francia), podría contener el conflicto. En este tablero Vladimir Putin, presidente de Rusia, otro de los poderosos aliados de Corea del Norte, se ha presentado como posible mediador en una jugada que, por otro lado, no deja de levantar suspicacias entre quienes ven a Putin como el gran estratega que podría haber contribuido a atizar el fuego para luego presentarse como pretendido pacificador.

Lo que parece claro es que nadie quiere siquiera poner sobre la mesa la idea que representa la manida frase de destrucción mutua asegurada, tan en voga durante la Guerra Fría. Así las cosas, la ayuda financiera que inyecta Pekín en Pyongyang se antoja como la esperanza de distensión en caso de que se agudice un conflicto de consecuencias imprevisibles si se materializa la retórica.

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